Mi trabajo de espanol

Voilà à quoi ressemble le travail d'espagnol d'une lycéenne en terminale ES, qui ne s'est jamais considérée comme extrêmement douée et talentueuse en espagnol (loin de là). Nous avons analysé une photo sur laquelle trois hommes se tenaient debout, les mains attachées, le visage caché, une vague prête à les engloutir. Il fallait se mettre à la place d'un des trois hommes et dire à quoi nous pensions. Voilà le texte que j'ai envoyé cet après-midi à ma prof d'espagnol.

Yo marchaba hacia un mundo desconocido. Mis manos atadas empezaban a estar dolorosas. Por no querer estar matado, intentaba desatar el nudo de las cuerdas que me impedían mover mis manos, sin embargo no lograba desatar este nudo. “¿Dónde estoy?” yo pregunté, pero solo me respondió el silencio. Quería huir, quería correr detrás de la libertad, quería, quería, quería… Quería demasiadas cosas, como hablar con mi mujer Esperanza o ver mi hijo José.

Me tenía en pie, derecho, sabía que iba a morir, por consiguiente tenía la intención de dejar el mundo haciendo frente al régimen, mostrando que no tenía miedo. A falta de poder echar una mirada dura a los militares que me acompañaban a causa de mi cara escondida, podía al menos mostrar con mi cuerpo que iba a luchar hasta mi muerte. Pensé a mi pase, a todas mis errores, al hombre que era algunos meses antes.

El hecho es que soy un hombre normal. Mi vida era un sueño, no tenía problemas en la medida en que no luchaba en contra del régimen. En un primer tiempo, ignoré el golpe de estado el 24 de marzo en mi país, ignoré la dictadura que impusieron a los militares, ignoré los esfuerzos de la población para acabar con las injusticias, las desigualdades, la dictadura. En efecto, estaba a punto de volverme un optimista padre. No obstante, la situación fue de mal en peor. Los militares querían acabar con toda forma de movilización popular, con protestas, reclamaciones, críticas… Las nuevas leyes eran durísimas. La situación, con todas las desapariciones y los asesinatos, puso de relieve los horrores cometidas.

Después pensé a mi futuro, al hombre que habría podido volverme. Abrí mis ojos. Estaba aterrorizado, solo podía ver el negro, el vacio. De repente, tuve una visión: vi un pequeño niño, de 5 o 6 años, quien lloraba a lágrima viva. Sus ojos, azules como el cielo, eran del mismo color que los ojos de su madre, y que los míos… “¿Porque me has abandonado, papa?” me dijo. Su voz temblaba. Quise estrechar mi hijo entre mis brazos pero el niño dijo “¡Has preferido morir para tus ideas políticas mientras que tenía un bebé, me has abandonado!” y desapareció.

Tenía razón. Para mis ideas políticas, para mis valores, iba a morir, y pensaba al niño que iba a dejar. No quería morir, me gustaba la vida. No quería dejar un vacío en el corazón de José, no quería dejarlo solo, sin padre y sin saber la verdad a propósito de mi muerte. “Está fuerte, José. Y Está feliz”, yo pensé. Lloraba.

Oí un ruido que me hizo sobresaltado. ¿Quién era? ¿Los militares? En voz baja, dijo adiós al mundo, a José, a Esperanza. José apareció de nuevo. ¿Era una visión? No lo sabía pero estaba aquí, mirándome. “Estoy orgulloso de tú…” murmuré. Sonreí, sonrió también. Estaba aprovechando de esta última imagen de José cuando desapareció de nuevo. No lo vería otra vez.